Unos niños que no tienen donde jugar usan el hermoso jardín de la casa de un gigante que anda de vacaciones. Pero un día el dueño llega, los echa, les prohíbe la entrada y construye un muro enorme para que nadie entre. Ante esto, ni siquiera la primavera quiere volver y él se ve enfrentado al peor invierno de su vida. Cuando el gigante les prohíbe la entrada, el curso de la naturaleza se rebela y deja congelado el jardín, que al parecer necesita de la interacción con la comunidad para seguir brotando.

A través del canto y la narración junto con música original, imaginación y el uso de sus cuerpos y voces, los artistas se toman el espacio público y se instalan en plazas, canchas y patios para recordarnos que los árboles, el pasto y los pájaros son de todos.